Es cierto. Hay una belleza peligrosa en la más profunda tristeza, una boquita linda tiene la desesperación. Pero ella tenía los ojos más bonitos del mundo entero. Cuando estaba apunto de saltar, ella me detuvo. ''No te voy a sostener más'' - me dijo. No le creí. Después de tantas madrugadas, tantas mañanas. ¿Cómo podía hacerlo? Ahora sé, habían sido demasiadas. Ya era suficiente.
La lluvia tenue a penas mojaba mis mejillas, lo suficiente cómo para ocultar mis lágrimas. No sé qué voy a hacer después, todo parece ir hacía algún lado. Todo parece dirigirse hacía lo inevitable. Cómo respirar, cómo cantar, cómo escribir, así también, es inevitable preguntarse: ¿Para qué?
A penas si recuerdo todavía el calor de tus manos, la violencia de tu silencio. A penas si siento sobre mis labios tu nombre, tus labios, tu piel. Ya queda muy poco que duela, porque cada vez, queda menos. Se fueron desmoronando las piezas que intentaron completarme una vez. Qué tonto fuí, al creer que podría ser diferente. Solamente soy otro rostro en la multitud. Y eso, es inevitable.
