Abrázame, aún queda tiempo. Nos resulta tan lejano el horizonte desde acá. Dulcemente tus manos, acariciaron las mías. El tiempo nos ayuda a entender, la vida es un camino, la muerte, otro. No corras tu mirada, necesito mirarte, ahora. Los pedazos que quedaron de los momentos que pasamos, no encajan entre sí, ayúdame, necesito reír.
Tu pelo acariciando mi rostro, todo termina de la forma menos esperada. Sería triste, conocer el odio. Después de tanto amor, que muere de un disparo, vencido para siempre, por fin. Y yo, que por riqueza no tengo más que éstas tristes canciones, te estoy diciendo que sigas adelante, dejando atrás todo para que el pasado lo convierte en poco más que una foto amarilla.
Los lunes que vi, son tan tristes cómo los domingos. De besos perdidos en la urgencia de lo cotidiano, no nos damos la mano, para cruzar la calle. Estamos solos juntos, juntando soledades para nuestra vejez. Para entonces, quedarnos callados, y adorarnos en la costumbre, de no haber querido más y quererse igual. De esquivarnos los silencios, las miradas, los besos, entonces, vendrán los recuerdos cómo faros difusos en las tinieblas incesantes, de nuestras últimas páginas, en blanco quedarán, sin escribirnos nada.
Corro a tus brazos, desesperado. Necesito tantas cosas que no quiero. Abrázame fuerte, si todavía queda tiempo, sálvame. Sálvame de mí, de las tormentas. Agárrame en tus brazos, y Decime que todo va a pasar. Sálvame cómo mamá, cuando había truenos. No dejes entrar el ruido nunca más, esa tempestuosa calma que me desespera en noches enteras sin siquiera poder respirar. La lluvia calma mi dolor, cayendo despacio pero para siempre.
Lo siento, pero te quiero.